Sólo imagina ese momento. Te pones el chaleco. Nunca antes nadie ha probado si un chaleco antibalas funciona o no. Te paras frente a alguien que levanta su arma hacia tí. Te mira y tu esperas. Escuchas algunos comentarios alrededor sin entender qué dicen, porque tu mente va a mil y no puede concentrarse.
¿Deberías correr? ¿Deberías arrepentirte? Igual algún día morirás. Piensas en los libros que nunca leíste y las mujeres que amaste. Serás la primera persona que sobrevive a las balas o alguien que murió estúpidamente probando algo que no funcionaba. Aprietas los dientes y esperas que funcione, por eso aceptaste estar ahí.