Actualización Este post lo escribió Ricardo Pianchiche, quien aparece en la foto. Hace parte del Proyecto Sasiku y vive en Ecuador. La última semana de septiembre de 2011 estuve dictando un taller sobre uso de tecnologías en Cuenca, en ese país. Ricardo comentó que nunca había usado el computador y que esperaba que le tuviera paciencia. Le pareció mágico tomar una foto y subirla a internet. Su sonrisa lo revelaba.
Me inquietó en el taller la «colonización cultural» que se puede dar mediante el uso de tecnologías. Si se fijan, en el sitio web del Proyecto Sasiku los idiomas son español, kichwa y shuar, respetando la tradición indígena; pero al caminar por la calle veía a muchos jóvenes con rasgos indígenas, pero con una fuerte influencia del hip-hip y el reggaeton. Era común ver grupos de chicos con reproductores de audio, escuchando reggaeton con un sonido muy distorcionado debido a que esos pequeños aparatos no funcionan bien para escuchar música en exteriores.
En el taller reafirmaba mi idea que el valor de lo autóctono y lo tradicional es lo que permite que compitamos en una sociedad conectada con un valor anadido: La información y el conocimiento tradicional es algo que puede ser único y en este caso no está digitalizado ni en la red. La globalización puede uniformar y causar estragos.
De las incoherencias de la propiedad intelectual: Según la ley 23 del 82 de Colombia las obras indígenas estan en dominio público. Tal vez en Ecuador funcione diferente, pero para poderles hacer llegar a estas personas varias copias de un cd con recursos descargados de internet (porque en sus comunidades, algunas a varias horas en el interior de la selva no tienen conexión a la red) sería ilegal. Sería comunicación pública. En cambio lo que ellos produzcan entra automáticamente en dominio público. Me recuerda al caso de Aaron Swartz y Jstor. ¿Compartir conocimiento para el aprendizaje puede ser tan nocivo? ¿A caso las industrias de contenidos tienen que lucrarse a toda costa?
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