Mientras leía el material para la clase de sociedad civil y bibliotecas fue inevitable pensar por un momento en las visitas a los parques públicos hace unos año en donde casi siempre salía espantado por el acoso de algún vigilante. Creo que no les gusta que la gente se divierta sobre ruedas o trate de hacer maromas raras en los espacios para hacer ese tipo de cosas y algunas otras actividades saludables.
Ya después, fue la policía la encargada de quitarme el gusto por estar mucho tiempo en algún lugar público esperando a que pasara la tarde o sólo descansando, uno parece un sospechoso de todo tipo de crímenes y es un feliz ganador de una requisa que si no termina en un paseo en patrulla a un CAI (Comandos de Atención Inmediata)es una recomendación como «bueno váyase (o piérdase) de aquí si no quiere…» Es curioso recordar esas situaciones que si bien no son muy frecuentes para muchas personas, siempre pasan.
Aunque en un parque público pasan muchas cosas y se pensaría normal tener este tipo de control, no es el único sitio. Otro lugar predilecto para mantener una vigilancia y control total son las bibliotecas públicas, increíble pero cierto. Creo que se han tomado demasiado enserio esa obsesión por el silencio, la calma y el orden propio de los monasterios medievales.
Ahora me pregunto ¿cómo se espera una mayor apropiación de los espacios públicos si nos los han negado? Tal vez en los espacios físicos las personas pueden percibir esas «restricciones de uso», la sensación de que es público pero si alguien no tiene buena pinta de seguro se excluye. Hoy por hoy esa timidez y precaución parece haber desaparecido en cierta medida en los espacios virtuales. Hay más personas apropiándose de esos espacios (o creándolos), comentando, debatiendo y compartiendo ideas y contenidos, pero ¿es así de glorioso? y sobre todo qué papel tienen las bibliotecas cómo «el último vestigio del espacio público» según Joshua Prince-Ramus.
Lo curioso es que algunos de esos espacios generados y dispuestos a la participación de cualquier ciudadano en la web se han visto atacados por las mismas restricciones que se encuentran en los espacios físicos, bien está el asombroso caso de este titular: Gobernación del Huila prohíbe Blogger y wordpress en las bibliotecas públicas deja mucho que pensar no sólo de los gobernadores sino de los bibliotecólogos encargados que en lugar de velar por el libre acceso a la información y cualquier tipo de comunicación desarrollo de habilidades adquiridas por medios de formación distintos a los institucionales deciden bloquear, restringir estos brotes de espacios de interacción y participación. (Espero que no se les ocurra dejar veneno en las teclas del computador o el mouse para evitar que las personas usen los equipos en lugar de formar ciudadanos capaces y responsables ante los cambios que se nos vienen encima en un entorno bombardeado de información…).
Lo bueno es que aún encontramos buenas intenciones como la de Elecciones transparentes o tal vez Anonymous aunque no sabría responder, en interesante pensar que un grupo de personas andan por ahí haciendo monerías y asustando a entidades estatales o grandes corporaciones en la red para defender sus derechos en la web pero ¿más allá de asustar y de los ataques fugaces… qué? También siempre se encuentran alternativas como RedPaTodos que busca una intervención más directa de los ciudadanos sobre la ley que afecte sus derechos.
Centrando un poco las ideas sobre mi profesión es bueno preguntarse si ¿las bibliotecas realizan y apoyan programas adecuados que fomenten la libertad, creatividad, flexibilidad y autonomía en los procesos de aprendizaje, participación y apropiación de los ciudadanos en los espacios públicos?
Por mi parte creo que aun queda trabajo por realizar pero eso es lo interesante de estar en el oficio.
Es importante resaltar que la generación de espacios públicos va ligada, al reconocimiento de las personas como ciudadanos activos que se puedan reconocer en estos espacios.