Hace un tiempo había empezado con estas publicaciones, a modo de recuento, me he dedicado a publicar fragmentos de texto que encontré en una libreta escrita a mano en una pequeña biblioteca en Bogotá. Esta es la tercera publicación, he sido un poco inconstante.
Esta vez volví a retomar su lectora y encontré una pequeña historia que les quiero compartir y aunque no tiene un título definido, para esta ocasión, le pondré un título a partir de una de las frases que recordaré el resto de mi vida:
Autoridad aunque sea pa’ morir…
Fue lo que dijo narrando sobre los intentos de asalto a su propiedad:
– Desde la quebrada iban moviéndose luces. Yo si saqué el revolver, me subí ahí y di unos tiros. Ahí mismo se apagaron las luces.
También tiran piedras a las casas, rompen los vidrios y las tejas. Eso le hicieron por allá a una vecina – continúa – y disque salió corriendo, asustada, estaba sola y era de noche. Y ahí cuando dejó la casa sola, se la desocuparon. Yo si no…
¡Es que hay que tener autoridad aunque sea pa’ morir!