Apertura del manifiesto bibliotecario sobre Ciencia abierta Latinoamericana III

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Como dice la canción de los regiomontanos: el tiempo es un revolver / que dispara. Esto nos da un poco de tiempo para pensar en lo ocurrido pero nunca una posibilidad para retornar. Por eso estamos aquí para terminar con esta serie de publicaciones sobre la apertura en términos de infraestructura del Manifiesto bibliotecario sobre ciencia abierta en Latinoamerica.

Puede leer, en los siguientes enlaces, la primera y la segunda parte de esta serie.

Retomando

Como había mencionado antes, este ejercicio surgió luego de la extraordinaria labor realizada entre un par de colegas, una en Colombia y otro en Argentina, que lograron movilizar un grupo mayor de personas para generar este manifiesto. Por cierto, ya están los consensos y se han estado haciendo algunos ajustes de forma, además de un par de traducciones al inglés y al portugués, por supuesto de la mano de la buena voluntad y colaboración de algunas amistades en la región que se han sumado al proyecto.

Retomando el tema que nos ha puesto en este lugar, en la primera publicación mencioné algunos asuntos de contexto, que por cierto espero haber dejado claros sobre las intenciones de estas publicaciones. En principio celebro las iniciativas que busquen la apertura y medios para involucrar a los profesionales de la información, dando un paso más allá frente a sus capacidades para hacer su trabajo y que, a su vez, ayude a que otras personas puedan acceder de manera efectiva a la información que requieren. En el caso de la ciencia abierta, como lo mencioné, hace falta algo más que la simple enunciación sobre lo que está ocurriendo en este contexto, así su actividad práctica, como un manos a la obra, implique una curva de aprendizaje tenga complicaciones que podríamos superar de manera conjunta.

En una segunda publicación, inicié la descripción sobre una vía, de muchas otras, en las que se podría generar una publicación que hable sobre apertura desde el uso del software libre , ya que desde hace un tiempo es común en este blog encontrar una que otra descripción sobre herramientas libres que hemos tratado de explorar e implementar en nuestras actividades diarias. En la segunda publicación dejé una descripción que se puede resumir en el proyecto de Documentatón en el que hemos contribuido desde la comunidad de Grafoscopio, aplicado al documento final del Manifiesto.

En resumen, las dos publicaciones hasta el momento describen el contexto del manifiesto y una propuesta de alinear distintas tecnologías en función de un documento que promueve la creación de documentación abierta, replicable y reproducible, desde su enunciado hasta su forma de aplicación.

Ciencia Abierta en América Latina

Pasada la experiencia de esta conversación sobre lo abierto, me queda la sensación de que los discursos de lo abierto, en el sector bibliotecario, han quedado relegados a las rutas de publicación y el trabajo de los repositorios institucionales. Mejor dicho, hablar sobre lo abierto es hablar sobre Open Acces, es decir una parte dentro de muchas otras que conforman el universo de la ciencia abierta.

Taxonomía de la ciencia abierta
Taxonomía de la ciencia abierta

También, mencionando los repositorios, que supongo han consolidado un cuerpo importante para el almacenamiento y publicación de contenidos en instituciones de educación superior y de investigación en la región, me ha llamado la atención que, aunque técnicamente existen protocolos abiertos para su funcionamiento, socialmente hay protocolos restrictivos sobre quien y cómo puede acceder a los contenidos. Por ejemplo, en una consulta para solicitar la dirección OAI-PMH en una universidad, la pregunta fue respondida con más preguntas: quién era y para qué quería acceder a esta información, seguido de el correo electrónico para hacer una solicitud formal solicitando el ingreso al repositorio.

Por otra parte, y revisando con lupa, también es fácil encontrar que muchos de estos espacios abiertos tienen una licencia Creative Commons tipo Atribución-No comercial-Sin obras derivadas. En otras palabras permiten la circulación de los contenidos pero no acciones que ayuden a sumarle a esos contenidos, sea en su aplicación, mejora o derivación.

Pero esto, a fin de cuentas, es una parte del debate. Por supuesto al referirnos a la ciencia abierta, como una manera de nombrar una serie de prácticas alrededor de compartir conocimientos, la academia no necesariamente debe ser el único referente.

Hace algunos años, mientras visitaba a un amigo en el Putumayo, al sur de Colombia, tuve una charla interesante con una persona que me contaba cómo en una junta que había tenido recientemente con algunos agricultores, les llamó la atención la calidad de una semilla, que ahora no recuerdo de qué planta era, quienes le preguntaron ¿en dónde había _comprado_ esas semillas? a lo que él respondió que las había encontrado junto a un río en una caminata y que si querían podía darles las indicaciones de qué río y en qué lugar las había encontrado.

Desde los agricultores a cualquier otra persona con la necesidad de acceder a información para resolver algún asunto de sus vidas, las contribuciones que es puede hacer desde quienes trabajamos en organizar y «curar» contenidos para la consulta y uso de informaicón, son grandes, sobre todo si pensamos en mecanismos de solucionar estos asuntos en lugares donde no se cuenta con la infraestructura de las ciudades capitales, donde internet es un mito, en donde hay poco acceso a tecnologías o incluso hay bajos niveles de alfabetización, pero aún así las personas están interesadas en aprender y resolver sus vidas de la mejor manera posible, con lo que se tiene a la mano.

Los resultados de este ejercicio

En el inicio de estas publicaciones mencioné cómo en un primer momento las acciones por generar un trabajo de documentación colectiva se habían enfocado en consolidar un documento en Google Drive, que posteriormente se pasó al documento en CodiMD que, hasta el momento, cuenta con la última versión del manifiesto y los enlaces a las traducciones al inglés y portugués que mencioné previamente. Pero ¿aún así CodiMD es el mejor lugar para resguardar para la posteridad este documento?

Imagen de portada

La imagen anterior es una extracción del código fuente del documento en Google Drive, un documento de procesamiento de texto convencional que puede ser exportado como .docx, .odt o PDF según se requiera, por supuesto, desde una cuenta de Google activa. Luego de exporta y ajustar algunos detalles del documento final como un archivo .md de markdown e incluirle una versión para su visualización ajustada a la web (.md.html), denominada markdeep, el mismo documento se ve de la siguiente manera:

Manifiesto bibliotecario por la ciencia abierta en markdeep

La imagen fue tomada del código fuente del resultado del manifiesto, que puede ser consultado y estudiado en el siguiente enlace del repositorio en Fossil: ingresar al manifiesto con infraestructuras abiertas.

Como dirían «una imagen vale más que mil palabras», así como un prototipo ahorra varias horas de reuniones en un proyecto. Esto ayuda a que en el futuro los lectores no humanos puedan acceder a textos más limpios y fáciles de convertir a documentos legibles por máquina, por ejemplo. Con estos pequeños cambios ¿qué le ahorramos a una persona que requiere de una máquina para acceder al texto escrito?

Consideraciones finales

En pleno inicio de 2020 y recapitulando las experiencias del 2019, por supuesto con unos periodos de tiempo y un par de publicaciones más en este blog, agradezco la iniciativa que posibilitaron las personas involucradas en este proyecto para posicionar el tema y llevarlo a un muy buen término, generando un documento con estas características.

Temáticas de este tipo creo que no son del todo cercanas a gran parte de los profesionales de la información, y como ocurrió en los comentarios a estas publicaciones, a pesar de que los caminos más fáciles son los que ya se han impuesto en el uso de tecnologías en nuestro pasado, estas iniciativas abren espacios para repensar las herramientas que usamos, en los contextos en que las usamos. A fin de cuentas es difusa la línea en donde se usa una herramienta exclusivamente para el trabajo o para la vida cotidiana, por supuesto con las complicaciones que esto pueda traer para la tranquilidad personal.

Siguiendo la idea anterior, abordar desde múltiples perspectivas, leyendo y estudiando detenidamente las propuestas que nacen de un proyecto que se enuncia como abierto, más que generar conflictos sobre lo que debe o no debe ser una contribución que puede estar mediada por espacios de conversación, que nos ayuden a aclararnos dudas, entender los argumentos puestos sobre la mesa y, sobre todo, permitirnos avanzar en los conocimientos adquiridos para que puedan ser replicados a más personas. Hacer de iniciativas como este proyecto algo robustos en su concepción ideológica como en su práctica en la vida profesional o personal.

Un tema que gana cada día más fuerza es la preservación digital. Desde hace unos años se ha hablado de una posible «era oscura digital» pronosticada por uno de los padres de internet Vint Cerf. Esta advertencia, así como sus muestras claramente visibles en la obsolescencia programada de algunos artículos tecnológicos de uso masivo, genera que muchos de los contenidos que creamos día a día estén no estén en riesgo de desaparecer en el futuro, si no ¿han intentado abrir sus archivos digitales de texto de la universidad? ¿todavía los conservan? bueno, estas tecnologías propuestas para abrir las infraestructuras en que reposa el manifiesto tiene una garantía de preservación e integridad para documentos digitales que, por sus características, hace que cualquier sistema, incluso los ya obsoletos, puedan reconocer el contenido que allí se registra.

Finalmente esta serie de publicaciones ayudan a juntar saberes que surgieron en espacios separados pero que por cuenta de una o varias personas pueden juntarse y sumar en proyectos comunes. Estos puentes son importantes en el desarrollo de habilidades para la vida del siglo XXI y los medio para replicar y consolidar saberes en muchas más personas, que puedan garantiza las formas de preservar saberes que pueden ser de utilidad para una comunidad.

La búsqueda para solucionar y aplicar tecnologías más amigables con los contextos regionales, con el medio ambiente y con los derechos civiles, debe ser una constante en los profesionales de estos tiempos, sobre todo en aquellos que trabajan con información para la educación, la ciencia y la cultura, deberían estar pensado en la aplicación de recursos con estas características en lugares que, como mencioné anteriormente, no cuentan con todas las garantías y comodidades en términos de infraestructura tecnológica que sí existe en las ciudades capitales, para garantizar que cualquier persona pueda acceder a la información de una manera eficiente.

Durante el mes de febrero seguirán los debates sobre las acciones posteriores que se deberán realizar ya con el manifiesto bajo el brazo, pero de esto seguramente sus promotores nos informarán y con gusto llevaremos el mensaje por este medio.

Para más información se puede seguir el grupo en Telegran: https://t.me/ManifiestoBibliotecario.

Por Leonardo

Leonardo es Profesional en Ciencia de la Información – Bibliotecólogo de la Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá. Interesado en temas relacionados con la cultura libre, el procomún, internet y la cotidianidad.

2 comentarios

  1. Leo, invitas a reflexionar sobremanera con esta publicación. Me parece un ejemplo a seguir todo lo que sucede en torno al manifiesto, el ejemplo práctico del poder de las infraestructuras abiertas, pero más aún, del resultado que se genera cuando las personas, que representan distintas ideas y sectores, aportan sus saberes para generar aportes de construcción colectiva. Este es un ejemplo claro de trabajo distribuido, respeto, confianza y empatía: madurez para el sector. Y en el camino de construcción, también nos deconstruimos y aprendemos. Abrazo.

    1. ¡Hola Virginia!
      Gracias por comentar esta publicación. Concuerdo en que este tema del manifiesto ha traído y seguro traerá muchos puntos de encuentro, de reflexión y planteamientos sobre rutas de acciones colectivas para atender los asuntos que bibliotecarios tenemos en común, entre nosotros y con otros. Por supuesto que poner sobre la mesa ideas y prácticas desde distintas perspectivas puede generar algunos choques o reticencias iniciales pero por eso no podemos descartar uno de los recursos más valiosos que tenemos, el diálogo.
      Esto, ojalá, nos permita justamente animar a más personas a identificar dónde acoplar saberes y sumarle a iniciativas que pueden trascender a otras disciplinas, prácticas o lugares. También para que las personas puedan defender una posición hasta el consenso y no se dejen achicopalar. Si algo así no pasa, seguiremos pensando que las prácticas de hace 40 o 30 años son el camino a seguir en esta o en cualquier otra profesión. En otras palabras el avance está en el debate y si no se da, perdemos más de lo que podamos imaginamos.
      Claro, esto que menciono en un marco de respeto, confianza… en un marco que nos permita tener regulaciones colectivas. Es algo que se obvió en el manifiesto, en Bibiotecarios al senado y en muchos otros escenarios de participación colectiva, así es muy fácil perder el rumbo, y como leí en algún otro comentario, terminar afectando a los colectivos cuando la intención era justamente lo contrario, fortalecerlos.
      Seguiremos ¡Saludes!

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